jueves, diciembre 21, 2006

14 formas de acabar



1

la nieve arrastra el polvo

hasta su muerte

hasta su indistinción en el terreno baldío


y cuando todo cae

las sutilezas se transforman en desastre


2

una lágrima caída en cieno

se abre paso ondulando el fango

hasta perderse diametralmente

en un reflejo



3

la luna bailotea incoordinada sobre el líquido

amargo

tiembla el medio círculo


la herida

deja al descubierto su elixir mineral


4

turba silenciosa

lanzando en lenguas de fuego el aliento

que sube

y luego muere bajo el cielo fracturado



5

los árboles son cadáveres de piedra

esperanza vertida en el retoño

Algún día ­­̶ nos dicen Algún día…

Pronto volverán


6

no logra penetrar

no hiende su púa de hielo mi piel

sin la agudeza del metal

el fino acabado de la espina

la fuerza lacerante de una broca


no logra penetrar


7

el silencio quiere ocupar mis huesos

que son lo único cercano a la piedra

máscaras de lo eterno


me pienso sin vida y suspiro

lo dejo entrar


8

hoy he cambiado mi sino humano

por el de alimaña rastrera

observo

el lento devenir del tiempo

respirando hormigas

saciando el hambre

con el polvo albo de la muerte



9

hay un fruto sembrado en mis dedos:

la idea de tu cuerpo que exige a gritos

su descanso


su aroma cítrico

encauza los líquidos de regreso a mi vientre

la piel es de nuevo la frontera de sentidos

el terreno vencido a voluntad



10

devoro tus gajos

gimes y sonríes

súcubo inmortal

alimentas mis labios con tu zumo envenenado

hinco mi lengua

en tu hendidura ígnea

horado tu textura emplumada

ave espectral

criatura irredenta

tu jaula es la noche

mi vino es tu sangre


11

caigo ante tus ojos incrédulos

clausuras tu mirada

velo tu sueño

creo en él

como en el más íntimo sentido



12

he cruzado un jardín de fuego cada día

atiendo las llagas sólo antes de morir

cuando no hay más que cuestionar

rezar a un dios imaginario

revertir la enmienda

volver a perderme en un espejo

aferrado a su reflexión efímera

obstinado en no juntar los párpados

y que la muerte

jamás me tome por sorpresa



13

de este vilo infinito

se nutre el engendro

agota el calostro

succiona hasta ulcerar el seno

con ojos lácteos

embiste su destino de ángel vencido



14

callada una lágrima

se abre paso convirtiendo

la sonrisa en llanto




© Efraín Trava, 2006


miércoles, octubre 04, 2006

De infinito amor



Soplar un diente de león


mañana me iré

no dejaré mucho tras de mí

rastros de piel de hueso quizá


finalmente el río me ha dejado aquí

remanso en la víspera de mi fuga

soy el cabo distenso que se queda a la deriva

flotando y agitándose


tú estás conmigo

pero no mañana

no volarás a mi lado

mis alas son más grandes

y tu boca no me alcanza


pero estaremos juntos

ojalá

te guardaré un racimo de cadmios

te lo dejo debajo de la almohada


te amo

eres más bella que la bomba que llevo en mi costado




Extracto de un manual de ornitología


viene un pájaro hacia mí

no puedo detenerlo

azul

brilla como un astro desahuciado

me sigue

entre casas hostiles caza

los tejados naranja dulce camina

esparce sus piojos

canta una desesperada alharaca

de sórdido entusiasmo

ciego por la inercia

la obsesión se palpa

incansable movimiento

el brusco aleteo que lo distingue de las demás especies

zafiro del aire que me tiene

en su mirada

aguda picadura en el cuero cabelludo

intento ahora retenerle para desvelar su lenguaje

plumífero acucioso lo detesto

sin dar más indicios

ante mis ojos

estalla esparciendo su miseria




PLAZA CHUECA


y en un bullicio

creciente

tus pasos se hacen largos

hacia abajo (desapareces en la profundidad

de la calle)


dos o tres galgos

en declive

conmueven

en su languidez

en su andar

marionético

GALOPANTE




© Efraín Trava, 2006


lunes, junio 19, 2006

Tres por México




Si muero lejos de ti


Guillermo Juárez el Sapo salió de su casa de Tepito

en la calle Hortelanos se unió con Eugenio López el Tuerto

más adelante llegó Jorge Hernández el Momia


la policía no duda ni un ápice

en esta hermosa ciudad

todo es eficiencia y claridad

y la seguridad pública

una máquina de perfección


el Sapo el Tuerto y el Momia

llevaban la culpa en sus ojos

relató el temerario agente Toribio

y por ahí

perdidos en su Jeep Cherokee

metralleta calibre 22 hechiza

pistola 9 milímetros

8 balas expansivas

387 proyectiles calibre 38 y 22

2 kilos de marihuana

100 gramos de cocaína en piedra y grapas

báscula y pipa incluidas

tres hombres en Tepito

¿barrio bravo? aplausos


quisieron sobornar

eso es imposible con nuestro heroico cuerpo policiaco

admitió más tarde el comandante Ausencio Roblellanos

en el Ministerio Público Federal de Camarones



quisieron sobornar con 16 mil 500 pesos falsos

pero no

no se pudo


días después

el vanagloriado agente Toribio Serna tras su flamante detención

paga en Milano La Ropa Que Viste Al Paisano

unos pantalones de mezclilla marca Cerebro

usando su billetón de 500 pesotes que muestra la refinada efigie del galanazo de oro Mauricio Garcés

en lugar de la imagen del histórico General

Ignacio Zaragoza


olvidé mencionarlo dice nuestro agente

a esos maleantes

incluso se les halló un garrafón lleno con 4 litros de thinner




Gala de terror en el Palacio Chino



Dr. Krupp por qué has de profanar el lecho

donde adormezco romántico envuelto

por decámetros de vendas polvosas y sangrientas


no ves que yazgo descalzo

que guardo la memoria perturbada entre harapos jade

volutas de sangre tinieblas milenarias o mucho más


murciélago

Dr. Krupp

no desprecies mi silencio

mi rezo inmutado por los suspiros de Popoca


oro gemas

sepulcro

flor que profanada

azuza mi lamento

mi venganza

y la convierte en jugo

en alimento


he de perecer soñándote

desnudado

murciélago

albergue de gusanos

tú no eres la serpiente promisoria liberada en mis ojos


te atusas los bigotes como espigas muertas

hueles el moho adherido a algo que ya no puede ser mi piel

es mi tesoro lo que más añoras Dr. Krupp


mi destello para tus noches de impotencia

de deshaucio

de carnalidad fragmentada por el aborrecimiento

que tú mismo has fraguado


impreca mi voluntad que tus nostalgias

lleven la mácula de un corazón oscurecido

un alarido sórdido que no tenga nada que ver con el reposo

de quien sonríe antes de enfrentarse con la muerte


de cualquier forma

si sobrevives a esta penumbra de ponzoña

morada del largo sigilo

que tú Dr. Krupp murciélago

has interrumpido

para ti ya no habrá descanso



Si Juan Escutia hubiera leído entre líneas aquel guión de Woody Allen


entronado en la cúspide

un edificio me hace

centinela de antenas y pararrayos

y dos o tres calzones

que ondean en la azotea

comparten el sol con una bandera

que busca algún septiembre

pero es octubre

es otoño

de los más grises

la lluvia

auxilia al día con su acidez

lo salva


a estas alturas

me consuelo

con la imbécil idea de ser normal

de ahondar en lo menos pensado

divagar a cielo abierto

aferrado a una idea

que no sea la de aventarme

sobre el toldo del coche

de no sé qué vecino


(silbando a Wagner) disertación:

nudo dramático en la garganta:


comenzaré a preocuparme cuando

llegue la hora de elegir el color

será sin duda

alguno que contraste vivamente

con el rojo



© Efraín Trava, 2006

martes, mayo 09, 2006

Melodías de lo siniestro




Encuentro en sus latidos

melodías de lo siniestro,

el hondo fluir del tiempo,

el misterio del respiro.

Gustavo Casas


Dondequiera que estemos,

lo que oímos es en su mayor parte ruido.

Cuando lo ignoramos, nos molesta.

Cuando lo escuchamos,

lo encontramos fascinante.

John Cage


“¿Y, qué es esta genialidad que estamos oyendo?” me preguntaba hace unos días una voz femenina muy familiar con una dosis sutilísima de sarcasmo deletéreo. Pues bien, lo que oía era Opeth, una banda sueca de fusión. Mezcla de Death Metal, Jazz, Blues y otros géneros ya difíciles de distinguir y de cuyos nombres no estoy intentando acordarme. La cuestión no es qué se oía en esos momentos en casa, sino cómo se manifiesta una percepción a priori de algo llamado Death Metal. Desde que tengo uso de razón deathmetalera, ha desfilado por mis oídos una variada lista de adjetivos, en su mayoría, descalificativos, en referencia a este singular tipo de música. En un principio, como suele suceder cuando uno recién se coloca tal o cual camiseta, me daba un tiempo para responder a las provocaciones. Después de todo, la desacreditación de un factor de identificación sea cual sea su naturaleza, siempre afectará y confrontará nuestro ego, es decir, nuestro principal y aguerrido defensor de la identidad.

Bien, pero vayamos al grano. El Death Metal podría ser considerado como el hijo bastardo del Thrash y el Punk, géneros de genealogía muy diferente pero con algo en común: su legítima violencia. Es precisamente en la época postpunk de mediados de los ochenta cuando ya se dan los primeros indicios de que algo aún más brutal que el Thrash se nos venía encima. Si bien en aquel entonces bandas como Metallica, Megadeth y Iron Maiden, por mencionar las más famosillas, ya vivían momentos de gloria con riffs veloces y baterías artilleras, lo mejor ―o peor― estaba por llegar. En 1986, Death, un grupo formado por Chuck Schuldiner de 18 años de edad lanza el acetato Scream Bloody Gore. Aunque se podría decir que los inicios del Death Metal hallan sus primeros arrullos en una banda de principios de los ochenta llamada Venom, Scream Bloody Gore marca realmente el parteaguas del Death Metal como un género reconocible. Con tempos progresivos y discontinuos y con un sonido vocal muy característico que basa sus encantos en gritos gravemente oscuros, derroches guturales que parecen ser una invitación para visitar el mismísimo infierno, el nuevo estilo se consagra en los tímpanos de los metaleros más radicales. De ahí en adelante se vendría una afortunada catarata de bandas tanto europeas como estadounidenses. Del incomprensiblemente llamado viejo continente surgen los británicos Carcass o los suecos Entombed y del nuevo mundo ―mote aún más incomprensible― surgen bandas como Morbid Angel, Suffocation o Deicide.

Bien pero, ¿qué hace tan aberrante al Death Metal? Me atrevo a decirlo de manera simple ―que no simplista―: la impaciencia. El prejuicio que pesa sobre el estruendo deathmetalero es en esencia fruto de la falta de paciencia musical para escucharlo en su complejidad. Sin embargo, hemos de admitir que esto no es difícil de pretextar, es decir, se entiende fácilmente. Por lo general, uno se acerca a la música por un gusto específico. Unos lo hacen para bailar, otros para relajarse, otros para llorar, otros para llenar un vacío silencioso y otros para escuchar de qué está hecha. En algún momento, todos formamos parte, en mayor o menor medida, de estas divisiones. Y, ¿por qué rayos se le ocurre a un individuo, aparentemente normal, acercarse a los guitarrazos, los tamborazos y los lamentos vomitivos que nos ofrece el Death Metal? ¿Se trata de un instinto autodestructivo? ¿Resentimiento social y/o religioso? ¿Una mera inclinación por el chamuco y sus viscerales melodías de lo siniestro? Pues quizá todo esto y algo más: el gusto por la música y por la exploración de sus posibilidades tanto técnicas como emocionales.

Actualmente, el satanizado ―nunca mejor dicho― género del Death Metal se encuentra, como anticipé al inicio, fusionado con múltiples estilos y tendencias. Las letras no son, en muchos casos, y a diferencia de lo que suele imaginarse, un compendio de insultos paganos o antirreligiosos. Existe una gama amplia de discursos impensados que van desde los que lanzan una apología cristiana operística (escúchese Believer o Mortification), hasta los épicos postvikingos que narran batallas y mundos fantásticos de extracción escandinava (escúchese In Flames o At the Gates). Es necesario decir que en una buena sesión musical de un grupo de reconocida calidad, digamos Cynic, Dimmu Borgir, Cryptopsy, Obituary o Morbid Angel, la diversidad de sonidos y melodías se extiende más allá de lo que en principio un escucha escéptico podría pensar. Desde luego que hay niveles, como en todo ―¿tengo o no tengo razón?, cuestionaría nuestra celebérrima heroína, la Chimoltrufia―, con algo de mala suerte y mal ojo auditivo ―válgaseme la expresión― podríamos caer en las garras del lado más oscuro del Death Metal: el ruido por el ruido. Porque hay que decirlo, el acoplamiento del ruido como forma de expresión musical tiene sus riesgos, altos riesgos de los que la mayoría de bandas no sale bien librada. No obstante, soy de la idea de que en el arte hay que ir por lo oscurito, arriesgando el pellejo, mirando al precipicio. Esta apuesta de la integridad tanto del artista como del que se atreve a probarlo es el fruto primigenio que alimenta el gusto, lo desinhibe convirtiéndolo en placer. Una vez que se tienta la curiosidad, bastará con un poco de paciencia.

Mencioné que en mis años adolescentes respondía a los vituperios que llovían sobre mis gustos musicales; ahora, ya ahondado en los fangos pútridos del Death Metal y de mi identidad treintagenaria, me reservo el derecho de responder a las agresiones. Si tengo la paciencia para escuchar cantar al demonio, cómo no habré de tenerla para oír la palabrería del neófito provocador.


Publicado en Tabique, revista para la obra, la zozobra y los colados, mayo 2006

© Efraín Trava, 2006

miércoles, marzo 29, 2006

SUCESOS MÍNIMOS




Intus et in cute

Una tarde

la memoria se disuelve y la piel

se infesta de desgano



Desagüe

El mismo barco zarpa cada día

navega por los ángulos sinuosos

de la cañería

tras la tempestad encuentra

el inicio de una misma ruta

oscura e infinita



En la bruma

el olvido abre sus fauces

encuentra mi cabeza

engulle el jugoso melocotón



Vigilia

La noche boreal

como un gato

se lame a sí misma



Ayuno

Una mañana de sol se abre

como el loto

rebasa todas las expectativas



En la inmensa soledad del alba el ojo

asume que un día más

se ha derrumbado




Enmohecido en los albores

de la precariedad

mi última batalla está por comenzar

soy

como mis enemigos

un miserable




Ese sonido no puede ser otro que

el del agua acariciando

tu cuerpo

antes de precipitarse

al vacío



¿Qué habrá a la muerte de soles, lunas arborescencias, pecíolos, aves, bulbos, zarzas, manglares,

florestas, marismas, fluidos, crepúsculos y todas esas imágenes que indican que todo está

poéticamente en orden?


Acaso sobreviva un instante más de asombro




© Efraín Trava, 2006

lunes, febrero 27, 2006

Extractos de un día cualquiera




En el sopor de una mañana alguien se imagina estar despierto

Soy un descubridor del sol. Se trata de una esfera confusa y mentirosa. Personaje principal del acto primigenio en un día condenado por el frío. Viajo rodeado de palabras incomprensibles, signos complejos, inexplorables como el lenguaje de las aves. Seres que no sé si son diurnos o nocturnos, carroñeros o pescadores, nómadas o sedentarios, no importa, su canto es impenetrable, pero fluye como la savia de una hoja por todos mis sentidos. En mi soñolencia los montes se deslizan unos sobre otros, establecen una carrera de colores y relieves: verde sobre verde y tierra y blanco, uno y otro y me mareo. Sus pieles laberínticas muestran alguna cicatriz que recuerda que han sido profanados. Hay faunas venidas desde lejos que los encuentran sin buscarlos, y ahora intentan descifrar su código agreste, las cadencias retorcidas, la hostilidad continua de las piedras deformadas, las espinas de plantas paranoicas, el estiércol camuflado que es un mundo de vidas diminutas, el río que lleva sus sangres como si fuesen venas a la intemperie, fuentes perpetuas que lo limpian en un ciclo interminable, que mueren y renacen en el insospechado origen de una vida paralela.


Contranatura

Al animal virtuoso alas diminutas lo sostienen en el aire. Con fauces elásticas, es capaz de devorar soles y lunas. Su ira es continua y es paciente. Escupe fuego sobre los Campos Elíseos, respira el ardor de los cuerpos. La materia crepitante es una apacible melodía que se esparce como lava. Cuando el caos ha terminado, vuelve al mar y cunde las profundidades de una espesa tinta púrpura que ciega a las demás criaturas. Pernocta silencioso guarecido por la líquida noche atemporal.

Un mirlo recorre la tierra devastada en busca de un insecto.




Olimpiada

Este día rompe el sol su silencio estéril, sale del luto que es cómplice pasivo, funde el hierro que le imponen nubes desalmadas. Este día revive la silueta latente de la injuria, de la inquina que festeja la vida en carnavales fúnebres. Tras el vómito, Cronos pende inerte de un olivo. El relámpago ilumina la muerte obvia del suicida y su abandono, la muerte del mártir por prescripción médica, la muerte por jaurías uniformadas que desalan cuervos y consagran su hedonismo al orinar sobre sus plumas, segadores del influjo natural del tiempo. Este día es preciso dar amparo al silencio. Hades abre sus entrañas. Este día las palabras deben revolver el mundo, anteceder al homicidio con una muralla de voces que resista y contrarreste su existencia.


Tarde gris de París

Ojos, dientes friccionando, el bullicio que circunda como parvada hambrienta el ritual de la espera. Llueven rostros que quisieran llorar de encanto. Aquí se oculta un monstruo que se alimenta de tristezas. Las notas de un violín fluyen libres en el aire, las interrumpe el barniz seco arrancado de uña a uña. Las pisadas son más fuertes, el oído se acerca con ellas a la puerta. La entrada desvela las segundas impresiones. Las pupilas se contraen inesperadamente. La luz nívea de Rodin ilumina las miradas.




Murias de paredes

El sol reflejado en los tejados

las casas elevándose en piedra tras piedra

el agua en todos sus reflejos

escala de verdes rasurados

vía de tren inmóvil durmiente

astillado hasta la médula

tren de mina

mina de carbón

casas humeantes dan

la bienvenida con cantos macizos

hay montones esparcidos en el suelo

insólitos retazos de tiempo narradores

del abandono que priva inexorable


Todos los derechos reservados.
© Efraín Trava, 2005.